There's a ghost in me, Who wants to say I'm sorry. Doesn't mean I'm sorry.

viernes, 24 de septiembre de 2004

Antropología Cotidiana o Sociologia Cognitiva, por SurSonica

Cherry Blossom Girl de Air

"Anoche encontré el acta de matrimonio de mi bisabuela, como se imaginarán, un papel de principios de siglo. Descubrí que no estaba casada con mi bisabuelo, sino con el primo de éste. Con mi bisabuelo nunca se casó. No lo sabía.
Buscando más encontré una carta de un tío abuelo ya fallecido, hablando sobre sus padres, mi bisabuela Libertad y mi bisabuelo Fermín, contándosela a su novia en ese entonces, mi tía Victoria, ya fallecida. Resulta que su esposo, Rogelio, el primo de mi bisabuelo murió a la edad de 25 años, acuchillado en una riña de bar por motivos políticos.
Rogelio era anarquista.
Dejó a mi abuela viuda a los 21 años y con dos hijas: mi tía Petrona y mi tía Ascensión, y en la más penosa miseria. Mi abuela se dedicó a trabajar como peona en el campo para alimentar a sus hijas. Mientras tanto, había comenzado un noviazgo con mi bisabuelo, Fermín a quien había conocido en el entierro de su marido.
A los dos años se fueron a vivir juntos a un ranchito en un trozo de campo que compraron por dos ovejas y una vaca. Trabajaron toda su vida en el campo, ella sembrando, cosechando y criando animales; él era arriero, cruzaba cabras de Chile a Mendoza y viceversa.
Tuvieron 12 hijos e hijas (además de las dos mayores). Siempre fueron muy pobres. Mi abuela me contó una vez que durante muchos años tenían paredes pero no techo. Y que en verano dormían sobre la tierra, bajo un eucalipto que había frente a la casa. Ni siquiera camas tenían, dormían en fardos de paja.
Tenían un par de alpargatas raídas cada uno, y dos mudas de ropa. Ese era todo su guardarropa, pero igual iban a la escuela.
Ni Libertad ni Fermín sabían leer ni escribir. Las mochilas de los niños eran cajas de zapatos viejas con cuerdas alrededor a la usanza de manijas. Pero nunca pasaron hambre, gracias a la huerta y a los animales que criaban. Y mi bisabuela a pesar de su pobreza, ordeñaba las vacas y repartía la leche gratis a las familias de los alrededores. Aún más pobres que ellos. Lograron tener una importante cantidad de ganado, incluso con marca registrada en el Registro Nacional de Marcas de la Nación, aún conservo el comprobante. Pero nunca gozaron de abundancia monetaria. Tardaron 8 años en ponerle techo al ranchito de adobe.
Les tomó otros 20 años y la ayuda de todos sus hijos el transformar el rancho en una casa de material decente. Hijos que se iban yendo de casa a trabajar apenas crecían. Había que ayudar. Mi abuela consiguió trabajo de criada a los 12 años. Y se fue. Casi todos se fueron a esa edad. Mi abuela en las noches estudiaba costura. Se recibió de modista. Comenzó cosiendo para la gente de la casa en la que trabajaba. Luego hizo clientas y
puedo alquilarse una pieza. Consiguió más clientas. A los 29 años se casó con mi abuelo Agustín. El tenía 19 años. Pudieron comprarse una casa en la ciudad. El era albañil. Hijos: el mayor murió a los 2 meses de vida. Se llamaba Juan Carlos.
Luego nació mi tía Nancy, luego mi mamá. Mi abuelo se fue con otra mujer y dejó a mi abuela sola con dos hijas. Mi abuela siguió cosiendo. Se hizo famosa entre las damas de sociedad. Comenzó a coserle a señoras aristocráticas. Se hizo amiga de dos de ellas, muy amiga. Susana Bombal y Gertrud Marini, me acuerdo se llamaban.
A la primera no la conocí, era una intelectual, y muy snob, pero de buenos sentimientos, decía mi
abuela, era amiga de Borges (de quien estaba enamorada según mi abuela) y de Mujica Láinez, creo que ella escribió un libro también, no lo sé.
Fui varias veces a la que fue su casa, hoy en manos de unos sobrinos, los Aldao, ni ella ni su hermana tuvieron hijos. Domingo Bombal, su padre fue uno de los fundadores de la ciudad de San Rafael según la historia. La estancia está llena de objetos de arte, un cuarto con murales en las paredes, y un laberinto en honor a Borges que fue construido hace poco.
Antigüedades y reliquias ya que Borges se quedaba a escribir allí.
Hoy es un museo.
Pensar que yo dormí muchas veces en el cuarto rosa. A doña Gertrud Marini si la conocí: era la viejita más dulce del mundo, inmigrante alemana, amante del arte, madre de Rolando, un ingeniero naval y de una actriz, Marilú, radicada en Paris. Que cuando viene me trae perfumes y galletitas en lata. Yo dormía en su habitación (desocupada, ella ya estaba en Europa) cuando me quedaba con doña Trudiz, como le decía yo, ya que cuando mi abuela iba a visitarla se quedaba varios días, aún cuando tenia ya casa en Buenos Aires. Me encantaba hojear sus libros de arte, de los cuales rompí un par. Mi abuela no tenía más estudios que el tercer grado. Nunca supe por qué motivo eran tan amigas, inseparables. No tenían casi nada en común.
Mi abuela viajaba seguido de Bs. As. a Mendoza por sus costuras. Muchos años antes, cuando venía a Baires se quedaba en el piso de doña Trudiz en Av. Libertador, que me acuerdo, tenía un cuarto con seis espejos de piso a techo, donde Marilú ensayaba. Se quedaba con ellos hasta que don Santiago, el padre de Marilú, sabiendo de la incomodidad de mi abuela por quedarse en casa ajena, le prestó dinero para comprar una casa en Buenos Aires. Don Santiago murió al poco tiempo y doña Trudiz no quiso aceptar el dinero en préstamo. Prácticamente, le regaló la casa.
Mi abuela siguió con sus costuras. Gracias a las cuales pudo sobrevivir muy dignamente. Adoptó dos chicos del orfanato: mi tía
Carmela y a mi tío Claudio, quién luego de adoptarlo se enteró que era sobrino nieto suyo. Nieto de Ascensión. Desencuentros familiares. Encuentros del destino. Mis bisabuelos estaban muy viejitos, por eso se fueron a vivir con mi abuela a la ciudad, en San Rafael. Fermín murió atropellado accidentalmente por un ahijado que hacia años que no veía. El mundo es muy pequeño. Mi bisabuela murió de vieja, a los 98 años. Hace varios años. Doña Bombal murió hace mucho y Doña Trudiz hace como 5 o 6 años creo. Mi abuela murió el año pasado. Yo vivía con ella en Mendoza. Una mañana me despertó y me pidió que le calentara la bolsa de agua caliente, que tenía frio. Murió a los 10 minutos. Paro cardíaco.
Mi abuela se llamaba Marcelina. Yo estaba sola. Mi familia toda en Buenos Aires. Sus hijos: mi mamá en Baires, mi tía Nancy en España, mi tío Claudio en San Juan y la Carmela en Neuquén. Me tuve que encargar de todo. Hasta tuve que elegir el ataúd. Fue una de las cosas más tristes y más difíciles que me tocó en la vida, junto con la muerte de una de mis amigas en mis brazos. Pero eso lo contaré otro día, es otra historia. Creo que lo superé debido a que mi condición de legionaria, misionera y estudiante de Teología me hizo perderle absolutamente el miedo a la Muerte.
Es parte de la vida.
La noche anterior habíamos estado viendo fotos de mis bisabuelos. Lo único que Libertad y Fermín tenían era esa
casa en el medio del campo, en el desierto, tierra yerma donde nada crece ni crecerá. Casa que me acabo de enterar que he heredado. Casa que hoy está abandonada en el medio del campo, desmoronándose y que ocupa un hombre de 80 años que no tiene familia ni dinero ni casa ni nada. Hombre al que no pienso reclamarle nada. Que siga viviendo allí cuanto quiera o cuanto pueda. Ya habrá tiempo para reclamar mis terrenos (son un par de hectáreas en el medio de la nada).
Pero así es la vida, uno nunca sabe qué pasará. Me enteré muchas cosas en un día. Me parece que es demasiado. Cosas del destino. Mi bisabuela nunca se maquilló. No supo lo que era hasta que fue muy mayor. Cuando mi abuela se pintaba las uñas y sacudía las manos para que se seque el esmalte, mi bisabuela siempre le preguntaba "si duele tanto ¿para que te las pintás?"....

Escribió: Sursonica, Tu velocidad antropológica en este mensaje cromanion del 7 de mayo de 2004 me emocionó hasta las lagrimas que tenia reservadas para otros asuntos. Aun no se bien por qué...



JpFv

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