There's a ghost in me, Who wants to say I'm sorry. Doesn't mean I'm sorry.

sábado, 8 de junio de 2019

Venganza

Extractos del Capítulo 8 del libro de Steven Pinker, Los Ángeles Que Llevamos Dentro, que estoy leyendo hace meses y que me está volando el bocho de lo tantíssimo que aplica en la vida que me tocó vivir.

8. DEMONIOS INTERIORES
El lado oscuro
La brecha de moralización y el mito del mal puro
Órganos de la violencia
Depredación
Dominación
Venganza
Sadismo
Ideología
Mal puro, demonios interiores y disminución de la violencia


"La neurobiología de la venganza comienza con el circuito de la furia en la vía mesencéfalo-hipotálamo-amígdala, que empuja al animal herido o frustrado a arremeter contra el probable perpetrador más próximo. En los seres humanos, el sistema es alimentado por información originaria de cualquier lugar del cerebro, incluida la unión temporoparietal, que indica si el daño fue intencionado o accidental. A continuación, el circuito de la furia activa la corteza insular, la cual da lugar a las sensaciones de dolor, asco y cólera. (Recordemos que la ínsula se enciende cuando
una persona siente que otra persona no ha sido justa con ella). Nada de esto es placentero, y sabemos que los animales procuran calmar la estimulación eléctrica del sistema de la furia."

"¿Qué es esta locura llamada venganza? Aunque nuestra cultura psicoterapéutica describe la venganza como la enfermedad y el perdón como el remedio, el impulso hacia la venganza tiene una función perfectamente comprensible: la disuasión.
Como explican Daly y Wilson: «La disuasión efectiva pasa por convencer a nuestros rivales de que cualquier intento de favorecer sus intereses a nuestra costa provocará castigos tan duros que el gambito competitivo acabará en una pérdida neta, por lo que aquél no debe producirse jamás». La necesidad de castigo vengativo como elemento disuasorio no es una falacia ad hoc, sino que ha quedado demostrada una y otra vez en modelos matemáticos e informáticos de la evolución de la
cooperación."

"El dilema del prisionero ha sido considerado una de las grandes ideas del siglo XX, pues destila la tragedia de la vida social en una fórmula muy concisa. El dilema se plantea en cualquier situación en la que el mejor resultado individual es desertar mientras el compañero coopera, el peor resultado es cooperar mientras el otro deserta, el mayor beneficio total es cuando ambos cooperan, y el menor
beneficio es cuando los dos desertan. Muchas de las situaciones apuradas de la vida tienen esta estructura, sobre todo la violencia depredadora, donde ser el agresor contra un pacifista procura todos los beneficios de la explotación, pero ser un agresor contra un compañero agresor mancha a los dos de sangre, así que ambos han de ser pacifistas, y lo serían si no fuera por el miedo a que el otro sea un agresor. Nos hemos encontrado con tragedias afines, como la guerra de desgaste, el juego de los bienes públicos y el juego de la confianza, en las cuales el egoísmo individual es tentador pero el egoísmo mutuo es ruinoso."

"Dado que la cooperación es recompensada y la deserción castigada, los desertores se pasarán al bando de la cooperación, y a la larga todo el mundo saldrá ganando. La idea es idéntica a la teoría de Robert Trivers sobre la evolución del altruismo recíproco, que había propuesto unos años antes sin la
parafernalia matemática. La recompensa de suma positiva surge de beneficios de intercambio (cada uno puede conceder al otro un beneficio grande a un coste pequeño), y la tentación pasa por aprovecharse del otro, obteniendo un beneficio sin pagar el coste. La teoría de Trivers de que las emociones morales son adaptaciones a la cooperación puede expresarse directamente en el algoritmo «pagar con la misma moneda». La solidaridad es cooperadora en la primera jugada. La gratitud coopera con un cooperador. Y la cólera deserta de un desertor —en otras palabras, castiga
como venganza—. El castigo puede consistir en negarse a prestar ayuda, pero también en causar daño. La venganza no es una enfermedad: hace falta para la cooperación, impide que una persona buena sea explotada."

"El primer aspecto que subyace al éxito de la estrategia retributiva es que ésta es buena:
coopera en la primera jugada, con lo que aprovecha oportunidades para la cooperación mutuamente beneficiosa, y no deserta a menos que deserten de ella. El segundo es que es clara: si las normas de compromiso de una estrategia son tan complicadas que los otros jugadores no perciben cómo es reaccionar a lo que ellos hacen, entonces sus jugadas son efectivamente arbitrarias, y en tal caso la mejor respuesta es la estrategia de «siempre desertar». Otras estrategias caen fácilmente en la cuenta de la estrategia retributiva, y pueden ajustar sus opciones en respuesta a la misma. Tercero, la retributiva es una estrategia «represaliadora»: reacciona ante la deserción con deserción, la forma más sencilla de venganza. Y es indulgente: deja abiertas las puertas del arrepentimiento, por lo que si el adversario cambia a la cooperación tras un episodio de deserción, la estrategia retributiva responde
cooperando de inmediato.
La última característica, la indulgencia, resulta ser más importante de lo que todo el mundo pensaba al principio. Un punto débil de la estrategia retributiva es su vulnerabilidad al error y al malentendido. Supongamos que uno de los jugadores pretende cooperar pero traiciona por error. O supongamos que se equivoca y percibe la cooperación de otro jugador como deserción, y deserta en represalia. Entonces, el adversario desertará en represalia, lo que obligará también a represaliar, y así
sucesivamente; es decir, los jugadores están condenados a un ciclo interminable de traiciones —el equivalente en software a una vieja enemistad—. En un mundo ruidoso en el que el error y el malentendido son posibles, la estrategia retributiva es superada por una estrategia aún más indulgente denominada «retribución generosa».
De vez en cuando, una retribución generosa concederá indulgencia a un desertor y reanudará la cooperación. El acto de indulgencia incondicional puede activar un dúo atrapado en un ciclo de traición mutua que regresa al camino de la cooperación.
No obstante, un problema de las estrategias demasiado indulgentes es que pueden desarticularse si una población contiene unos cuantos psicópatas que juegan a «siempre desertar» y unos cuantos primos que juegan a «siempre cooperar». Los psicópatas proliferan aprovechándose de los primos, y luego acaban siendo lo bastante numerosos como para explotar a todos los demás. Un contendiente de éxito en un mundo así es la «retribución arrepentida», que es más exigente en su indulgencia. Recuerda su propia conducta, y si una tanda de deserciones mutuas ha sido culpa suya por un error aleatorio o un malentendido, permite a su adversario una deserción gratis y luego cambia a la cooperación. Sin embargo, si la traición o deserción ha sido provocada por el adversario, no muestra clemencia alguna y toma represalias. Si el adversario practica también la retribución arrepentida, perdonará la represalia justificada, y la pareja volverá a cooperar. Así pues, para que los organismos sociales cosechen los frutos de la cooperación, hace falta no sólo la venganza sino también el perdón y el arrepentimiento."

Un genio el autor. Un genio me too obviamente por haber hecho lo que hice estos años con familiares (hoy exfamilia) a los que le dí oportunidades -muy sopesadas e inteligentes en el cuándo y cómo- para volver a ser familia. Resultado: no solo me han traicionado, vilipendiado, faltado a mi honor sino que han mentido vilmente sobre mi. Se han aprovechado de la generosa mano extendida que les dí para ser team again bajo mi mando. Comportamiento tipico antifamilias.

Que la ciencia por medio de la neurobiología y la psicología describa y avale con tanta agudeza las decisiones que he tomado estos años, es una excelente señal. 


"El tercer modulador de la venganza entra en vigor cuando nos aseguran que el perpetrador se ha vuelto inofensivo. Pese a toda la calidez y la suavidad del perdón, no podemos desarmarnos si la persona causante del daño es susceptible de repetir la acción. Así, si un malhechor quiere evitar nuestra ira y volver a nuestro bando de los buenos, debe convencernos de que ya no alberga ningún motivo para hacernos daño. 
Quizá comience afirmando que el acto dañino fue el desafortunado resultado de un  conjunto único de circunstancias que no volverán a darse —es decir, que la acción fue involuntaria o inevitable, o que el daño causado no estaba previsto—. No por casualidad, éstas son las excusas en que creen los malhechores acerca de cualquier perjuicio que provoquen, lo que constituye un lado de la brecha de moralización. Si esto no surte efecto, el perpetrador puede aceptar nuestra versión de la historia
reconociendo que hizo algo malo, compadecerse de nuestro sufrimiento, compensar  el daño con indemnización y comprometer su credibilidad con la garantía de que no va a hacerlo más. En otras palabras, puede pedir disculpas. Como han demostrado diversos estudios, todas esas tácticas pueden aplacar a una víctima resentida."


Exactamente lo que sucedió con mi exHno. menor: jamás pidió perdón por todas las cosas que me/nos hizo, jamás nos aseguró que no iría a ocurrir nuevamente ni mostró arrepentimiento nunca de tanto mal que realizó.


Respuesta? Alejarme/Alejar/Alejarnos todo lo posible del tipo al menos desde hace 30 años.Quien propuso que los hijos que traje al mundo se acerquen al tipo nuevamente? Quien facilitó el contacto o el puente con el nefasto? Fácil respuesta. 


"El prototipo de la reconciliación después de un conflicto civil es Sudáfrica*.
El primero es un turno de revelación de la verdad sin límites y reconocimiento del daño.
Un segundo aspecto de las reconciliaciones satisfactorias es una reelaboración explícita de las identidades sociales de las personas.
El tercer aspecto parece ser el más importante: la justicia incompleta. En vez de resolver todas las cuentas pendientes, una sociedad debe subrayar las infracciones pasadas y conceder una amnistía general...
En otras palabras, arranca la pegatina que dice «Si quieres la paz, trabaja por la justicia», y sustitúyela por la que recomendaba Joshua Goldstein: «Si quieres la paz, trabaja por la paz»."

Si te fijás en lo que escribo desde hace años online, te darás cuenta que estoy haciendo exactamente esto.

Un genio, as usual.



*Leyendo este capítulo me dí cuenta que hace 20 años ago leí la historia de Sudáfrica cuando tenía 25 años en un librazo best seller de 1980 que trataba desde la época de los dinosaurios hasta Mandela. It blow my mind. Aquí un buen review.

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