There's a ghost in me, Who wants to say I'm sorry. Doesn't mean I'm sorry.

lunes, 15 de julio de 2019

Ver, Oír y Callar

Mi madre tenía un dicho cuando me crió en los 80s:

"Ver, Oír y Callar."

El resultado conmigo fue:

Ver

Me hice muy bueno viendo con los años. Ya a los doce years old recuerdo tener vista de lince. Luego vino el alquiler de pelis con amigos. Maratones de movies. Me hice bueno viendo, observando a la gente. Desde muy chico observo a las personas, no le doy pelota a lo que dicen. De hecho soy malo escuchando a la gente. Anyway: hay tanto que ver en el mundo!

Oír

Tengo oído absoluto. Escucho una nota y la saco a la perfección. Me encanta la música. Tengo memoria musical a full. Oir algo me despierta sentimientos de todo tipo. Oír a la gente hablar, oír al mundo me da más información de la que necesito para existir. Me hice bueno oyendo nunca escuchando.

Callar

Para mi es imposible callar. Callar fue y será siempre de cobardes y cautos. Yo cuento. Yo digo. Yo opino. Tengo mucho para contar. No podría callar nunca. Callar nunca fue una opción para mi. Me hice bueno escribiendo desde al menos los 14 años porque callar era una prisión del alma para mi.
Aún hoy en día tengo mucho que contar sobre mi vida. El callar de mi madre está en las antípodas de mi escritura. Cuando escribo es precisamente cuando no callo.
Mi madre odiaba que yo le cuente a todo el mundo lo que pasaba en casa. Y lo hago desde teenager, sin parar.
Indeed soy bastante locuaz.



Como buen rebelde jamás le hice caso en nada a mi madre obviamente. 
La lección que suponían los tres monos sabios no era para mi at all.
Dudo que mi madre, con lo inteligentíssima (y protectora) que era, me haya criado siendo bebé e infante sin amor y cuidados. Pero pudo ser tranquilamente.
A partir de los 8, que es más o menos lo que recuerdo, ya imponía un miedo matador. En los 80s mi madre era marcial como su madre. Eran bravas, duras, gritonas, frías, mano larga a full. Cuando mi madre nos pegaba a mano limpia dolía un montón. Con el cinturón ni te cuento: mil veces más. Las palizas eran tremendas. Las marcas eran impresionantes aún para mi mismo cuando miraba mi cuerpo.
Mirar mi cuerpo me apasiona aún hoy. Amo los espejos. Amo mi cuerpo. Mi cuerpo es sagrado y solo yo puedo dañarlo a mi antojo.
En casa había un figurín de madera con los tres monos sabios

En los 90s esa dureza de mi madre fue dando paso a profundas depresiones cíclicas donde se agrietó ese personaje duro, sin sentimientos que parecía ser aquella mujer. Se rompió el vessel que sostenía su alma y un nuevo fénix surgió. Yo diría que el proceso comenzó con la muerte de su madre, mi abuelita que nos crió, en 1988. Para 1990 mi madre había entrado en una profunda depresión. Mundial FIFA Italia 90. Yo tenía 15 años.
Mi madre se tomó su tiempo para sanar: Toda la década menemista, más la Década Ganada K, más el nuevo siglo, pero cambió. Sanó. Y hoy en día eso se nota agradablemente.
Hoy a los setenta años, abuelita, con una experiencia y sapiencia sin igual, mi madre es inofensiva.

Conclusión: Si ella pudo, todos podemos cambiar.

Y el cambio it's my thing.
Lo único permanente es el cambio.
Lo que vivís hoy es ilusión de permanencia.
Cambiar es cosa de valientes!
La prudencia es para los tibios.
Odiar es para flojitos.
La mejor medicina es el amor.
Nada como el amor propio.
Estar rodeado de buena gente súper mola.
El cambio es el flow del universo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario